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26 abr 2011

RESEÑA DE LOS 1° DE MAYO PERONISTAS

Tomando como punto de partida la ley electoral de 1912 -la Ley Sáenz Peña-, o mejor aún: desde 1916, con la .presidencia de Yrigoyen, que anticipa la aparición en el poder de la clase popular argentina, hasta 1943, año clave para el estudio de una nueva época social, económica, política y a su vez también punto de partida de la Revolución Peronista, que se habría de plasmar el 17 de Octubre de 1945, con la liberación por el Pueblo de su único Líder: Perón, veríamos, a través de incruentas luchas con la oligarquía, que precisamente pudo con Perón conquistar el obrero argentino su dignificación y jerarquización. Hasta él 1legó la justicia social y su independencia económica.

Desde la iniciación de los gobiernos populares, que desplazan en cierto modo a la oligarquía de! poder, pero que tampoco pueden substraerse a la fuerte influencia de ésta en el propio gobierno, hubo, es cierto, algunas tentativas aisladas, fragmentarias, de mejoramiento obrero, y que se tornaron ineficaces, en cuanto el viejo régimen advirtió los riesgos resultantes para la clase adinerada.
Una evolución legislativa en ese sentido hubiera aparejado, a la larga, un cambio fundamental en la situación política, social y económica del obrero argentino. Por eso la oligarquía, estrechamente unida, mantuvo una severa directiva desde el gobierno
o sobre el gobierno para impedir el afloramiento legal de las legitimas aspiraciones y derechos populares.
Los conflictos gremiales causados por la insuficiente economía nacional merecían la intolerancia de los poderes públicos, que no daban o no querían dar importancia a los problemas de la producción, de la industrialización y en consecuencia subestimaban las tristes realidades derivadas de la escasez de trabajo, de la desocupación y de los sa1arios de todo punto insuficientes.
¡Cuántos y qué graves conflictos sociales por entonces se desataron!
Para no recargar de pesadumbres el alma por tan desgraciados recuerdos, bástenos consignar tres grandes dramas en que vivió el país a poco de concluir la primera conflagración mundial: la huelga ferroviaria que durante dos semanas mantiene interrumpidas las comunicaciones en casi toda la República, con los consiguientes perjuicios para la industria, el comercio y para la misma población, y que es coronada con el triunfo de los ferroviarios, que obtienen diversas mejoras de las empresas.
La que se dio en llamar “la semana trágica” en Buenos Aires, y que se convierte en una huelga general revolucionaria, de luchas entre el Pueblo y la policía, y 1as fuerzas armadas.
Y la incruenta revolución de carácter agrario que realizaron trabajadores de la Patagonia, levantados con toda justicia contra unos pocos terratenientes, señores feudales de varios millones de hectáreas en la Gobernación de Santa Cruz, Chubut, etc.
De tal suerte en nuestro país, aun superada la etapa colonial con el desarrollo de industrias, puede advertirse luchas y desventuras de la clase proletaria, sin que el Estado interviniese más que con sus policías bravas para acallar las demandas de los trabajadores.
¡Pero ha de llegar, con el tiempo, también su hora de justicia!
Es cuando aparece el Coronel Perón en la escena política y por la extraordinaria gravitación de su nombre y de su acción se va realizando el proceso social más trascendental de 1a historia patria, que en último término la llevaría a proclamarse justa, libre y soberana.
A partir de 1946, Perón arranca al Estado su posición indiferente u hostil frente a las colisiones entre el capital y el trabajo, y practica un control orgánico y adecuado en aras de una doctrina humanista y cristiana.
Quedan derogados los viejos principios del liberalismo que se invocaban para explicar la indiferencia y la hostilidad estatal frente a los problemas candentes de trabajo y el capital.
Perón crea desde el Gobierno, con el apoyo total de los trabajadores, y al impulso de un pensamiento personal y vigoroso los fundamentos filosóficos y jurídicos de un Nuevo Pueblo, donde la solidaridad social configura el logro de una armonía de las dos fuerzas hasta ayer antagónicas, definiendo su política social como el medio para elaborar la felicidad del individuo y de la comunidad.
Fue así como desde el primer momento, desde la Secretaria de Trabajo y Previsión, expuso decididamente su pensamiento en el sentido de elevar convenientemente el nivel de vida del trabajador, considerándolo la base fundamental e inmediata de su acción política.
“Sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una compensación moral que le asegure .el bienestar a que todos tengan derecho, como asimismo consideramos indispensable que las labores se ejerzan en un régimen humano y alegre, con sus descansos reparadores, en medios higiénicos, sanos y seguros, y sobre todo, dentro de una gran dignidad y respeto mutuo”.
(Mensaje a todo el país con motivo del 1° de Mayo de 1944.)
La Constitución Nacional sanciona uno de los principios que conforman el humanismo de la Doctrina Peronista. Todo hombre apto podrá ampliar sus brazos y su intelecto en el sostenimiento de sí mismo y en apoyo o concurrencia al sostenimiento de los demás, y ya no podrá ofrecerse el espectáculo de hombres sanos y vigorosos recorriendo los largos caminos de la patria en demanda de trabajo.
Una nueva conciencia del valor del hombre argentino hará realidad las palabras del Conductor:
“En la Nueva Argentina el trabajo es un derecho que crea la dignidad del hombre y es un deber, porque es justo que cada uno produzca, por lo menos, lo que consume”.
De tal suerte, el sindicalismo argentino surge a la faz del mundo bajo un nuevo signo, señalando una nueva era para la humanidad.
El 1° de diciembre de 1950, decía el General Perón:
“El sindicalismo ha nacido con la Sociedad humana, no es ni una nueva forma ni es una evolución avanzada, es de sentido y de sentimiento primario”.
En el régimen capitalista era lógico que las minorías enriquecidas combatieran despiadadamente al sindicalismo, porque ellas estaban empeñadas en imponer un régimen de explotación, que no seria posible el día que las mayorías populares se hubieran organizado sindicalmente.
La importancia que el General Perón concede a la organización de los trabajadores, como medio para lograr el afianzamiento de sus derechos, se extrae permanentemente de su doctrina y de su acción:
“La organización sindical,” dice el 2 / XII / 43, “llegará a ser indestructible cuando las voluntades humanas se encaminen al bien y a la justicia con sentimiento colectivo y patriótico”.
El Movimiento Peronista substituye la lucha por la cooperación entre el capital y el trabajo, humanizando el primero y dignificando e1 segundo por el imperativo de una justicia social que le otorga a cada uno lo que le corresponde en función social.
La satisfacción de las necesidades espirituales y materiales del individuo o de la comunidad sólo pueden ser subvenidas por el trabajo. El constituye en la Doctrina Peronista la fuente de todas las conquistas de la civilización y el fundamento de la prosperidad general.


 
En su discurso que pronunciara el General el 1° de mayo de 1947, en el extraordinario acto celebrado en Plaza de Mayo, entre otros conceptos expresó: “Este 1° de Mayo, el primero desde que me encuentro en el gobierno, lo festejamos como una fiesta incorporada a las grandes efemérides de nuestra patria; lo festejamos como el advenimiento de una nueva era para esta patria tan amada, por la que trabajamos sin descanso, día y noche, si es preciso. ¡Pasan por mi memoria tantos 1° de Mayo! Desde 1910, siendo estudiante, he presenciado los 1° de Mayo más trágicos de toda la historia del trabajo argentino. Los veo resurgir en 1916; 1917 y 1918, y los veo también mucho después, cuando las masas argentinas llegaban a esta plaza para clamar justicia, desilusionadas por su destino ingrato. Justicia que nunca obtenían, que nunca los alcanzaba.”


 
“El 1° de Mayo que en otros tiempos fue triste celebración de los trabajadores oprimidos, es ahora una de nuestras dos fiestas mayores”. “En vez de gritos con los puños crispados frente a las puertas de la Casa de Gobierno, el Pueblo trabajador argentino celebra ahora cada 1° de Mayo en una fiesta magnifica que preside desde los balcones de la Casa de Gobierno su conductor en su calidad de “primer trabajador argentino”, título sin duda; el más preciado por Perón. Y lo maravilloso es que en vez de temer a la muerte en este día, el Pueblo suele ofrecer su vida gritando un estribillo que siempre me toca el alma “¡la vida por Perón!” escribe Eva Perón en la “Razón de mi vida”.


“Sea este 1° de Mayo la fiesta de un gobierno y de un pueblo de trabajadores -dijo Perón el 1° de Mayo de 1948, en el acto realizado en la Avenida Nueve de Julio -, fiesta de hermanos que se reúnen en este acto en un abrazo sincero de argentinos, sin distinción de jerarquías, ni de castas, ni de clases. Todos iguales, con los mismos derechos y las mismas obligaciones, frente a la Patria y frente a la historia”.



“Hoy es un glorioso 1° de Mayo. Hoy no es un día de rebelión contra las injusticias para la clase trabajadora, ante los malos gobiernos que cerraban sus oídos a 1as demandas de justicia social. Hoy es un 1° de Mayo jubiloso que festejan los trabajadores – al lado de su Presidente, el general Perón” – dijo Evita el 1° de mayo de 1948.

Esta nota gráfica corresponde a la celebración del Día del Trabajo, en Plaza de Mayo el 1° de Mayo de 1949. El Conductor acompañado siempre por la Abanderada de los Trabajadores, la compañera Evita, expresó en tal oportunidad: “Se ha dicho que sin libertad no puede haber justicia social, y yo respondo que sin justicia social no puede haber libertad”.

EVA Perón, junto al Líder, saluda alborozada a su Pueblo bienamado, a quien se dirige, diciéndole ese 1° de Mayo de 1950, desde los balcones de la Casa de Gobierno: “Pueblo predestinado ha de ser el nuestro, que puede ofrecer a todos los países del mundo el espectáculo extraordinario de un pueblo entregado de corazón a forjar la grandeza de la Patria, alentado por los ideales de un patriota que está quemando su vida en. la tarea de dar la felicidad a todos los hogares proletarios argentinos.”

Evita extiende su mano cordial a su Pueblo, que el Conductor mira sonriente y satisfecho, ese 1° de Mayo de 1951. “Yo quiero hablar para Perón -expresa la Mártir del Trabajo-; para los trabajadores, para los hombres y mujeres del mundo que quieran compartir con nosotros la gloria de un Pueblo que levanta su bandera justa, libre y soberana al tope de todos los mástiles de la Patria”.

Nuevamente Eva Perón, acompañando al Líder en otro 1° de Mayo, el del año 1952, el último que tuvimos nosotros, su Pueblo, la dicha de tenerla junto a nuestro lado. La dulzura de su sonrisa no dejaba adivinar la inmensa fortaleza de su carácter: “Yo le pido a Dios que no permita a esos insensatos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el Pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del Pueblo, yo saldré con los descamisados de la Patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista” -dijo con encendida fe e inquebrantable voluntad.

1° de Mayo de 1953. El general Perón en el Palco Oficial levantado con motivo de la conmemoración de la Fiesta de los Trabajadores. “Compañeros -les dice en tal oportunidad- la conciencia social de la clase trabajadora argentina ha despertado ante los ojos admirados del mundo, que la observa, o con simpatía o con temor, porque en ella el ejemplo de la liberación de millones de esclavos que sufren bajo el látigo del capitalismo o del comunismo”. “Hoy, los pueblos trabajadores del mundo están abriendo los ojos. Hoy los pueblos trabajadores del mundo comienzan a tener conciencia de su poder”.



“Yo tengo una fe inquebrantable en el destino venturoso de 1a Patria. Yo sé que millones de argentinos piensan hoy en esa Patria, que es la comunidad argentina organizada. Pienso que no habrá, dentro de poco, argentinos que puedan desertar de la causa común de nuestra tierra, y como en las primeras horas, en las horas iniciales de nuestra vigilia, allá en el año 1944, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, pongo mi fe inquebrantable en los Trabajadores de la Patria”. (Perón, 1° / V / 54).

“En este l° de mayo, en que deseamos con todas las fuerzas de nuestro espíritu afirmar la Doctrina Justicialista, yo pido a todos los trabajadores argentinos, en nombre de la felicidad de nuestro pueblo, que se conviertan en predicadores de la Doctrina Justicialista y que nunca olviden que al predicar esa doctrina llevamos en alto nuestras tres inmarcesibles banderas: la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía de la Patria” (Perón, l°-V-54).

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